En Argentina, la adopción de cultivares transgénicos
resistentes a glifosato (RR) ha seguido un crecimiento
vertiginoso. En la campaña 97/98 este tipo de materiales
representó alrededor del 20% del área sembrada; el año
siguiente dicha cifra se incrementó hasta alcanzar el 74%. Las
predicciones para la presente campaña indican valores incluso
superiores. La rapidez en la adopción de la tecnología
representa un carácter excepcional: por lo general el cambio
tecnológico en agronomía ocurre en forma más gradual y está
sujeto a altibajos de distinta índole.
El objetivo de este trabajo es discutir las posibles ventajas
técnicas que motivaron la rápida adopción de esta tecnología.
El mercado de herbicidas para el cultivo de soja en nuestro
país se encuentra ampliamente desarrollado. Abarca más de 30
principios activos, con diferentes características en cuanto a
su momento de aplicación, vía de absorción, modo de acción y
nivel de residualidad en el suelo. La difusión de los
cultivares resistentes a glifosato no representa una
ampliación significativa del espectro de control, ya que la
gran mayoría de las malezas del cultivo pueden ser controladas
empleando otros herbicidas selectivos.
Desde el punto de vista ambiental, las consecuencias de la
supremacía de la nueva tecnología restan aún por dilucidar. Si
bien el glifosato es reconocido como relativamente benigno
para el ambiente, el aumento explosivo de su consumo plantea
interrogantes novedosos y de difícil respuesta.
Las ventajas técnicas del uso de cultivares RR más comúnmente
mencionadas son dos: la flexibilidad en la aplicación del
glifosato y la simplicidad de la tecnología. Analizaremos
brevemente ambas ventajas, tomando como referentes conceptos
vinculados a la dinámica de las poblaciones de malezas.
La primera ventaja -la flexibilidad- tiene que ver, tanto con
la tolerancia de la soja RR al glifosato durante todo su
ciclo, como con la propiedad del herbicida de controlar de
manera eficiente muchas especies de malezas,
independientemente de su tamaño. No obstante estas
características de la tecnología, el momento oportuno de
aplicación del herbicida está a su vez supeditado a la
existencia de un período crítico, durante el cual el cultivo
debe estar libre de malezas para obtener el máximo
rendimiento. Dicho período crítico resulta ser -a la vez-
variable y preciso. Es variable porque está condicionado por
numerosos factores agronómicos, genéticos y ambientales. Es
además preciso, ya que exige -especialmente en el caso de
herbicidas no residuales- realizar el control en un período
marcadamente acotado. Por ejemplo, simulaciones realizadas con
un modelo de competencia desarrollado en nuestra Facultad,
demuestran que -considerando una infestación baja de chamico (Datura
ferox) en un cultivar tardío de soja- es posible obtener
el máximo rendimiento con una única aplicación de glifosato
próxima a los 30 días después de la emergencia del cultivo. Si
el herbicida se aplica en otro momento del ciclo, siempre se
registrará pérdida de rendimiento. Aplicaciones previas a los
30 días no impedirán la competencia provocada por las malezas
emergidas luego del control, mientras que aplicaciones
posteriores a ese momento admitirán la competencia de las
malezas que emergieron junto con el cultivo. Así, si el
herbicida se aplica una semana después del momento oportuno,
la pérdida de rendimiento será alrededor del 15%. En
definitiva, el grado de flexibilidad en el control está
definido, no sólo por las características del herbicida
empleado sino también por la dinámica de la competencia entre
la soja y las poblaciones de malezas.
La segunda ventaja mencionada -la simplicidad- deriva de la
posibilidad de basar el control de malezas en un único
herbicida total, prescindiendo de planes de manejo que
abarquen diferentes tácticas y momentos de control. Como ya
fue dicho, la competencia entre cultivos y malezas es un
proceso complejo definido por numerosas interacciones entre
características específicas y del ambiente.
Desafortunadamente, esas interacciones no están en su mayoría
cuantificadas, de manera que no es posible realizar
recomendaciones precisas para cada situación competitiva. En
general, puede afirmarse que cualquier factor que disminuya la
competitividad del cultivo tiende a aumentar el período
crítico libre de malezas y, por lo tanto, a incrementar la
frecuencia de uso del glifosato.
Una variante de la tecnología consiste en aplicar -alrededor
de 10-15 días después de la emergencia- una mezcla de
glifosato con un herbicida residual. De esta manera se
evitaría la posible competencia temprana de malezas. Por otra
parte, la residualidad del segundo herbicida permitiría
prescindir de otro control durante el ciclo del cultivo. La
ventaja de esta variante dependerá, tanto de la efectiva
ocurrencia de competencia temprana como del tipo de malezas
presente. Por ejemplo, en el caso de especies perennes -como
sorgo de Alepo (Sorghum halepense) o gramón (Cynodon
dactylon)- el control temprano sería sólo parcial,
obligando a posteriores aplicaciones de glifosato.
Desde el punto de vista evolutivo, el uso de cultivares RR
implica una presión de selección sobre las comunidades de
malezas, cuya magnitud -espacial y temporal- es proporcional
al grado de adopción de la tecnología. En ese sentido, los
principales cambios -algunos ya detectados- se podrían resumir
en tres:
1- Selección de malezas con emergencias tardías.
El glifosato es un herbicida sin acción residual, de manera
que no controla los flujos de emergencia de malezas
posteriores a su aplicación. Dichos flujos podrían producir
semillas que asegurarían nuevas reinfestaciones. Es por ello
que el éxito ecológico de las malezas en un esquema de
control basado en el glifosato dependerá en cierta medida,
tanto de la longitud del período de emergencia como de la
distribución del mismo. La presión de selección operará
favoreciendo a aquellas malezas con períodos de emergencia
prolongados y concentrados en etapas más tardías del ciclo
del cultivo.
La dinámica de la emergencia de malezas varía
significativamente en función de distintos factores
climáticos, edáficos, agronómicos y genéticos. Pese a su
relevancia práctica, existe poca información que relacione
la emergencia de las principales malezas de la soja con las
fuentes de variación mencionadas.
2- Selección de malezas resistentes a glifosato.
La resistencia se define como la habilidad heredada de una
maleza para sobrevivir a la aplicación de una determinada
dosis de herbicida a la cual la población original era
susceptible. En ese sentido, existen ciertas características
asociadas al glifosato -algunas de ellas no cabalmente
comprobadas- que lo harían poco propenso a generar
resistencia. Ellas son:
- La nula residualidad del herbicida en el suelo.
- Los múltiples mecanismos fisiológicos que operarían en la
definición de la sensibilidad a glifosato.
- El bajo fitness de los individuos sobrevivientes.
- La ausencia de otros herbicidas con similar mecanismo de
acción.
- La ausencia en la naturales de especies de plantas que
degraden cantidades significativas de glifosato.
No obstante las razones previamente enunciadas, la
probabilidad de que el glifosato genere resistencia está en
gran medida condicionada por la magnitud del empleo del
herbicida a nivel regional. La presión de selección impuesta
por el herbicida es una de las principales variables que
influyen en la tasa de evolución de la resistencia. Es así
que -por ejemplo- si el glifosato es empleado en distintos
momentos durante el ciclo de la soja, su comportamiento será
análogo al de un herbicida residual, neutralizando así la
ventaja que supone su nula actividad en el suelo y
predisponiendo la aparición de biotipos resistentes.
3- Selección de malezas tolerantes al glifosato.
El uso casi exclusivo y continuo de glifosato trae como
consecuencia una presión de selección de malezas tolerantes
al herbicida. El término tolerancia -a diferencia de la
resistencia- hace referencia a la innata baja sensibilidad
de la maleza a un determinado herbicida. Entre las malezas
con cierto grado de tolerancia a glifosato pueden citarse
malva (Anoda cristata), cebollín (Cyperus rotundus),
sunchillo (Wedelia glauca), bejuco (Ipomoea spp.),
flor de Santa Lucía (Commelina virginica), enredadera
perenne (Convovulus arvensis) y verdolaga (Portulaca
oleracea). Es probable que estas especies acentúen su
importancia relativa a nivel regional, de manera que deba
recurrirse a dosis crecientes de glifosato para lograr
controles satisfactorios.
Los procesos selectivos mencionados obligarían a sucesivos
refinamientos de la tecnología de control de malezas (ej. uso
de mezclas de herbicidas, manejo de dosis y momentos de
aplicación). Tales refinamientos podrían resultar en un grado
de complejidad similar al que la nueva técnica propone
disminuir.
Dicho desde otra perspectiva: la simplicidad de la tecnología
estaría definida, no sólo por las propiedades del insumo, sino
además por la características del proceso de enmalezamiento.
Ambos parecen actuar sobre niveles de organización de la
materia marcadamente disímiles: mientras que el insumo está
diseñado a nivel molecular, el enmalezamiento opera
básicamente a nivel poblacional y comunitario. Estos dos
últimos niveles -gobernados por múltiples interacciones
bióticas y abióticas- constituyen un grado de complejidad
infinitamente superior al molecular.
En síntesis, la innovación tecnológica no parece responder a
una demanda biológica del agroecosistema, vinculada a un
progreso en el manejo de las malezas. La consolidación de los
cultivares RR en la región debería indagarse en otras
disciplinas -Economía o Sociología- más que en la técnica
propiamente dicha.
Empresas y entidades privadas motorizaron un comentario acerca
del contexto político-institucional en el que la difusión de
la tecnología tuvo lugar, prescindiendo en gran medida del
soporte institucional público. La comunidad científica en
nuestro país está concentrada mayoritariamente en el sector
estatal. Le corresponde a la misma -por su propia naturaleza-
juzgar de manera crítica el avance tecnológico, amortiguando
así la aceleración del proceso de innovación. Es posible
identificar aquí un conflicto entre ambos sectores -privado y
público-: mientras el primero pone el acento en la simplicidad
de la solución tecnológica -condición que define en gran
medida su adopción- el segundo enfatiza en la complejidad del
problema biológico en cuestión. Una síntesis entre ambas
perspectivas es, por supuesto, deseable.
La misma ¿será posible?
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