Las PyMEs ocupan
un lugar preponderante en el esquema de desarrollo de un país
y si hablamos de la República Argentina y del sector
Agropecuario su importancia se amplifica (esa amplificación es
de tal magnitud que como todo exceso se convierte en un
problema).
La gran
contribución que las PyMEs realizan a la economía de un país
es su capacidad para generar empleo, pero esa capacidad va
acompañada de una arraigada creencia de que su condición de
pequeña o mediana las coloca en inferioridad de condiciones
para competir. Estas creencias, por diversas razones pueden
convertirse en una fuerte cultura de insatisfacciones,
frustraciones y lamentos que nos hacen olvidar que el tamaño
de las empresas no lo define su infraestructura, sino su
capacidad de agregarle valor a la sociedad para la cual
produce.
Es cierto que
existen factores externos a las empresas que no favorecen su
desarrollo, sin embargo esta cultura de la "inferioridad de
condiciones" nos hizo creer que las crisis provenían sólo del
exceso de impuesto, de la existencia de retenciones, de la
falta de políticas activas y/o de la caída de precios, etc.,
olvidándonos que tenemos nuestros propios límites.
Cris Agrys,
especialista en aprendizaje del MIT (Instituto tecnológico de
Massachuset), sostiene que la cultura antes mencionada se
origina por un razonamiento defensivo que parte de premisas
que parecen probadas cuidadosamente, pero que, sin embargo no
lo son porque parten de un contexto que no puede ser
verificado. Este razonamiento agudiza el énfasis sobre los
aspectos externos a la empresa y además generan animosidad
entre las áreas privadas (mis pedidos de ayuda al gobierno no
dan resultados) y públicas (porque tendríamos que privilegiar
a este sector, siendo que es el más dinámico) desalentando el
trabajo conjunto para mejorar la infraestructura competitiva
de un país.
De lo coyuntural a
lo estructural
Para explicar la
actual coyuntura sectorial se han ensayado muchas de las
causas externas mencionadas en el párrafo anterior, sin
embargo resulta paradójico que un sector que está atravesando
una gran crisis siga incrementando su producción (ver gráfico
1). Es necesario comprender este paradigma para poder
desarrollar una estrategia exitosa.
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Gráfico
1 |
La rentabilidad
de una empresa depende, -según Porter- del tipo de sector
productivo donde se desarrolla y de la posición relativa que
la empresa tiene dentro de ese sector. Conocer esos dos
elementos y aceptarlos como una realidad que moldeará las
estrategias empresarias es el primer paso para planificar
una estrategia de crecimiento exitosa que nos impulse a un
estado de desarrollo superior.
La estructura del
sector y sus límites
El sector
productor de materias primas, es un sector que por su propia
naturaleza pierde participación relativa frente al resto de
los sectores. Tal como lo señalara Jeffry Sachs en una nota
para The Economist: "La declinación, en el largo plazo, del
poder de negociación de los commodities es por si un efecto
colateral de la innovación y el avance tecnológico". Los
gráficos 2 y 3 son una muestra de este efecto.
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Gráfico
2 |
El sector
comercial, donde están incluidos los procesos de
procesamiento y transformación de la materia prima, es
precisamente el sector que va incrementando su participación
en el tiempo, no porque este sector viva a expensas de la
producción de materias primas, sino porque su capacidad de
crear valor (nuevas formas de conservación, nuevos productos
prelaborados,etc) para la sociedad que lo contiene es muy
superior a la creación de valor de la empresas de producción
primaria.
Esta pérdida de
participación relativa se traduce a nivel de empresa del
sector, en una necesidad de crecimiento superior a la de otras
empresas de otros sectores para mantener la misma capacidad de
compra.
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Gráfico
3 |
Dado nuestra
cultura de "graneros del mundo", ese crecimiento
generalmente se prevé en forma horizontal, es decir
incrementando la superficie sembrada. Esta estrategia lleva
implícito un mecanismo de eliminación rápida de productores
con menor capacidad de crecimiento ya que la tierra es un
factor cuasilimitado, por lo tanto la tierra que gana uno la
pierde otro.
Además, si a lo
antes mencionado le agregamos que los sectores productores de
commodities por su naturaleza tienen una baja tasa de rotación
del capital (es decir que necesitan muchas unidades de capital
para producir un peso en ventas) y que una gran parte de las
empresas interviniente son pequeñas o medianas y familiares
(El N° de integrantes crece independientemente del crecimiento
de la empresa) obtenemos empresas que son desplazadas no por
ineficientes, sino por la existencia de un desbalance entre
las necesidades de crecimiento y sus posibilidades reales.
Resultado, de esto, un mediano plazo con problemas
independientemente del contexto que las rodee. Por lo tanto no
hay otra posibilidad que ver al sector achicarse en número y
agrandarse en tamaño.
Repensando la
empresa del futuro
La difusión de
nuevas tecnologías y prácticas idóneas para mejorar la
eficiencia operativa hace que la frontera de producción se
desplace hacia el exterior. En otros términos, los avances
tecnológicos hacen que una unidad de tierra aumente su
productividad (rendimiento promedio nacional del maíz década
del ochenta 32 qq/ha y década del noventa 46 qq/ha.). No
obstante, aunque ese aumento trae una mejora absoluta de la
eficacia operativa, nadie aventaja a nadie. Cuando esos
avances son llevados al factor capital - maquinarías -, estos
aumentos de productividad - un equipo para siembra directa
tiene una capacidad operativa mucho más grande que un equipo
para siembra convencional y con menos inversión- produce un
desgaste competitivo entre productores por capturar más tierra
para mantener la eficiencia de los recursos, convirtiéndose en
una estrategia mutuamente destructiva que únicamente puede
detenerse limitando la competencia (o sea subsidiando).
La concentración
de más tierras en menos empresas, tiene sentido n un contexto
de competencia en eficacia operativa, impulsada por la
necesidad de mejorar el rendimiento de los factores de
producción (Tierra, Trabajo y Capital), sin embargo sin una
visión estratégica, la concentración es casi ilimitada.
"Una estrategia
competitiva consiste en ser diferente; significa elegir
deliberadamente un conjunto de actividades para prestar una
combinación única de valor " -Michael Porter-
Aceptando los
límites naturales de la producción primaria, ya sea en su
capacidad para llevar al país a un estado de desarrollo
superior, como en su capacidad de mantener a los actuales
participantes del sector (en el futuro no hay lugar para
todos), es prioritario repensar el futuro de las empresas del
sector. ¿Qué hay que tener? Un sueño, una visión del mundo que
queremos ayudar a crear, porque a partir de una idea se puede
clarificar qué necesita la sociedad, quién es el cliente
objetivo y qué habilidades diferenciales serán la clave de la
competitividad. En otras palabras, hay que tener la motivación
y el ingenio necesario para crecer hacia afuera,
diversificando su producción, creando servicios y/o avanzando
hacia delante en la cadena comercial.
En la actualidad,
muchos productores están frente a su jugada de final de
partida (la jugada acertada llevará a sus empresas hacia el
camino del crecimiento, la equivocada la dejará fuera del
sector), mantener la eficiencia operativa, elegir en que clase
de negocio la empresa puede y debe estar en el futuro y
definir el grado de integración mínimo necesario, todo ello
para tener la oportunidad de ayudar a crear el país que
soñamos.
"La principal
dificultad para los países en desarrollo es pasar de una
ventaja comparativa (ventaja natural) a una ventaja
competitiva (Ventaja autogenerada)... Sin la posibilidad de
desarrollar variedad de productos, servicios y/o métodos de
producción las oportunidades de desarrollo estarán seriamente
limitadas" -M. Porter-
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